miércoles, diciembre 22, 2010

Qué estrés de tarde

Ayer por la mañana, de camino a entregar unas lonas a un cliente, me suena el móvil y era la clienta de un cliente para anular unas tarjetas. El diseñador no se enteraba un pimiento, yo a tope de faena y las tarjetitas se las traían. 10.000 tarjetas de visita, redondas (troquel) a 2+ 0 tintas y 2+0 tintas (2 modelos diferentes). Para ahorrarle costes al cliente, decidimos hacerlas en cuatricomía y montar las planchas con los dos modelos. El problema que en cuatricomía los colores no son tan vivos como los pantone. El diseñador no tenía ni idea de nada. Si eso es un diseñador yo soy controladora aérea. No sabía ni que era lo que quería; ni tipo de papel, ni medidas, nada. Luego nos envía un diseño en pdf (para imprenta necesitamos el original en un Adobe Ilustrator, o Corel Draw o Free Hand... un archivo como Diós manda. Después de un largo periodo de tiempo (por lo menos un mes) acabamos ya con todos los cambios, los colores decididos y el tipo de papel y lo llevamos a imprenta. Y cuando ya están en imprenta, me llama la clienta y me dice qu quiere anular las tarjetas y le digo que vale, que ok, pero que están en producción. Me dice que ha encontrado un sitio que se las hacen esa misma tarde (imposible por el tipo de tarjetas que son).
Le digo que llamo a producción a ver en que punto se encuentran y la vuelvo a llamar.
Los de la imprenta me dicen que ya están hechas las planchas para entrar en máquina y que si las anulamos, además de perder el pedido, tenemos de pagar las planchas (después del por culo que han dado las tarjetas).
Llamo a la clienta y como ya de perdidos al río, le digo que muy bien, que anulan las tarjetas pero que tienen que pagar las planchas. La clienta monta en cólera. Me pone de todos los colores. Me dice que ella entiende que yo soy la comercial y que claro los comerciales todo lo que vendemos es muy bonito. Sí, sí, lo que tu quieras pero tienes que pagar las planchas. Lo que puedo hacer es llamar a producción para ver si pueden hacer un esfuerzo y tenerlas antes. La clienta se conforma. 
Vuelvo a llamar a la imprenta y me dicen que lo antes que pueden tenerlas es el martes (osea hoy) por la tarde.
De nuevo llamo a la clienta y le digo lo que me ha dicho la imprenta y además que se las llevo el miércoles por la mañana a primera hora. Me comprometo a llevárselas. La clienta acepta. No perdemos el pedido. Pero cuando cuelgo me doy cuenta de que el miércoles por la mañana es el concierto de Navidad en el colegio de Júlia y mi niña canta. Y me cago en todo, en las tarjetas, en el diseñador, en la clienta y en mi por meterme en estos marrones. Llevo 1 mes sin ponerme nada en la agenda para este miércoles y en un minuto voy y la fastidio.
En fín. Hoy estaban las tarjetas, miro donde tengo que entregar y es uno de los peores sitios de Barcelona, por la Plaça Lesseps (donde un autobús me arroyó y me dejó empotrada contra una farola y me subió a la acera). Sé que es una zona complicada para conducir y si voy por la mañana a primera hora no voy a llegar al concierto y decido que esta tarde las voy a llevar.
Hoy martes Júlia tenía piscina y como tengo la cabeza como la tengo, me olvido por completo. Yo tenía mis esquemas mentales ya hechos: recojo a las niñas y las llevo a casa de mi madre y me voy a comprar regalitos del tió y algo para reyes. Ni acordarme de las piscina.
A media mañana decido que voy a omitir lo de las compras y voy a ir Rubí a buscar las tarjetas y a Barcelona a llevar las putas tarjetas.
Llego a casa a las 16:25 h, como, como los pavos. A las 16:48 llego a recoger a Júlia. El guardia urbano, el agente Martínez (que es un cachondo) me mete la bronca porque siempre me da paso para que tire recto y me meto a la izquierda, pasando por detrás de él. Me dice que siempre le hago lo mismo, y le digo que es que tiro recto y como no hay aparcamiento, es por eso que giro a la izquierda. Se rie y me deja pasar, porque sabe que siempre voy tarde.
La profesora me dice que Júlia le ha dicho que hoy no iba a piscina. ¡Piscina! ¡Se me había olvidado por completo! Me dice la profesora que como no le había dicho nada esta mañana. Le cuento mi vida estresada (un poco por encima) a la maestra y me voy con Júlia a buscar a Berta. Es el último día de piscina, pero entre que tengo que ir a Barcelona y que está muy resfriada y con el frío que hace, por que no vaya un día no va a pasar nada. Y en parte mejor, porque es una trastada hacer ir a mi madre, con el frío que hace y lloviendo, con la Berta, (hay como 30 minutos andando de casa de mi madre al cole y todo cuesta arriba). Inviable. Recojo a Berta y las llevo a casa de mi madre.
Yo con una prisa que me muero, antes de decirle "hola" a mi madre, agarro el teléfono y llamo a la imprenta para ver a que hora cierran. A las 18:30 h. Bien. Me da tiempo de tomarme un café rápido y salir zumbando. Mi madre me empieza a explicar un rollo, que ha hecho unos collares (chulísimos, por cierto), con cordón y unas florecillas de ganchillo y alguna pedrería, muy bonitos sí, pero le pone la guinda con una foto de las niñas y plastificada de unos 3 x 3,5 cms (se carga todo el collar), pero a la mujer le hace ilusión. Me empieza a explicar, que además de la foto, les quiere colgar un monigote y me explica con pelos y señales todas las tiendas del pueblo que se ha recorrido buscando los monigotes idóneos para colgar y no ha encontrado. Yo le digo que no hace falta que le cuelgue nada, que las flores de ganchillo son la gracia y al final la convenzo pero no logro disuadirla de que no cuelgue la foto de las niñas. Ella: "¡Qué sí! Ya verás cuando se vean ellas, como les gusta" Yo: "Mama, si es muy bonito, no le cuelgues nada" Ella: ¡Qué sí, hombre! Que a mi me hace ilusión". Yo: "Pues bueno, si te hace ilusión haz lo que quieras".
Yo con una prisa impresionante. Puse el café en el microondas y con el rollo de los collares y que si cuelgo dejo de colgar, cuando voy a abrir la puerta del micro y coger el café, el café llevaba una hora hirviendo y el interior del microondas se había regado con café. Sólo me quedó en el vaso menos de un dedo y tuve que volver a ponerme más y limpiar el estropicio. ¡Con la prisa que llevo joder!
Me tomo el café y no me entretengo más, porque si no me explica como ha hecho todas y cada una de las florecillas del collar. Voy hacia la imprenta, ya son las 17:45 h. 
Cuando llego, voy a buscar las tarjetas y ¡sorpresa!, están impresas en papel verjurado y al final el diseñador me había cambiado el papel por papel estucado. ¡Mierda, mierda y mierda! Además el color verde de cuatricomía no se parece ni por asomo al color del pantone. Las tarjetas magenta aún, pero las verdes...
Me da absolutamente igual. Me voy a Barcelona a llevarlas, porque ya estoy hasta los huevos de las putas tarjetas.
Tengo que coger la Carretera de la Arrebassada, porque me pilla más cerca de la zona a donde voy, por ello tengo que volver a Sant Cugat. Está lloviendo. Cuando paso a la altura del Colegio Europa hay un atasco de tres pares de narices. No me sulfuro. Si me pongo nerviosa es peor. Me pongo musiquita, me enciendo un cigarro y llamo a Jordi para explicarle mis miserias laborales y desahogarme. Y explicarle mi situación ya que eso condiciona la suya: tendrá que ir a buscar a las nenas a casa de mi madre.
Por fin enfilo por la Arrebassada y ¿qué pasa? Va habiendo un poco de niebla. Un poco más. Mucha más. No veo ni torta. Con las luces cortas no veo y con las largas veo menos. Veo una pared completamente blanca y voy a 30 por hora y cagada de miedo. Quiero encender las luces antiniebla, pero no tengo ni idea de donde están. porque llevo las luces en modo automático y no tengo que tocarlas para nada. Empiezo a trastear el interruptor de las luces, pero de repente se ponen más cortas todavía, o lo que es peor, se apagan. No veo absolutamente nada de nada. La carretera de la Arrebassada es una carretera con muchas curvas, que atraviesa la montaña de Collserola hasta Barcelona, pasando por el Tibidabo y además hay muchos jabalíes. Más de una vez se me ha atravesado uno en medio de la carretera y siempre voy con mucha prudencia. Pero hoy más. Voy muy despacio y frenando. Miro por el retrovisor y llevo una caravana del carajo, pero me da igual, porque voy primera y no pueden pasarme. Me sabe mal, pero no puedo pensar en eso porque si no me pongo nerviosa y la puedo cagar, puede que la carretera haga una curva y yo no. Intento concentarme al máximo. El navegador, enganchado en la luna delantera, me da una guerra tremenda porque me tapa las rayas del borde de la carretera. Estoy estresada al límite.Pienso que cuanto más cerca de Barcelona esté habrá menos niebla, pero la maldita niebla cada vez es más y más espesa y veo menos que un gato de escayola.
Por fin llego a Barcelona, navegador a pleno rendimiento y  mi mapita impreso del google maps. No me puedo perder. Llevo la ruta estudiada al dedillo. No es la primera vez que paso por ahí y llevo todo el día visualizando el recorrido. Arrebassada, C/ Esteve Terrades, Avda. Vallcarca, Travessera de Dalt y ya está, ahí está mi destino, evitando pasar por la Plaça Lesseps. Nada puede fallar. Excepto, que te encuentres unas malditas obras y te desvíen por otro sitio, te lleven a Plaça Lesseps, no puedas girar a la izquierda porque está prohibido y te envíen a tomar por culo por Avenida Príncipe de Asturias y tengas que subir por la Calle Gran de Gràcia y chuparte otro atasco monumental a las 19 h de la tarde. Por fin, llego a Travessera de Dalt, pero la dirección está en sentido contrario, al otro lado de donde estoy y tengo que pasar de largo bastante hasta poder girar de una puta vez por todas a la izquierda. Cuando consigo encontrar un cruce para girar a la izquierda hay un semáforo que dura una eternidad, se pone verde y hay un segundo que dura otra eternidad. Por fin llego a la calle, y no se puede aparcar, ni a derecha ni a izquierda. Pero al fin diviso la bandera de cuadros blanca y negra en el tom tom a modo de llegada y veo que hay una acera impresionante y ni corta ni perezosa me subo a la acera, porque yo lo valgo (y porque estoy hasta los mismísimos). Entrego las tarjetas, la clienta no está (mejor), y le digo a la chica si me deja hacer un río, porque además el trayecto se me ha hecho más largo. Me estaba haciendo un pis descomunal. Ya no me aguantaba más. Estaba a punto de reventar. Por fin entrego las tarjetas y como el camino de vuelta ya, más o menos, me los sabía, llego muy pronto a la Arrebassada. Pero esta vez, voy con ventaja. Menos mal que entre semáforo y semáforo he indagado como se encendían las luces de niebla y me he dedicado a enceder y apagar las luces hasta dar con el botón y verlas reflejadas en el coche de delante. El del coche de alante miraba por el retrovisor y creo que estaba alucinando un poco.
Voy a coger la carretera de curvas y en principio parece que no hay tanta niebla. Aunque cada vez que me adentraba más en la montaña había un poco más (no tanta como a la ida), pero ya nada puede pasarme: voy con mis superluces antiniebla. Y voy despacio. Y llevo un colón impresionante de nuevo. Y voy primera otra vez. Sin estrés. Llego a las 20:00 h a Sant Cugat. Llamo a Jordi y está recogiendo a las nenas en casa de mi madre. Le digo que me voy al Caprabo a comprar los regalitos. Voy al Caprabo de Coll Favá y no hay lo que busco que vi en el Caprabo de Can Sant Joan (casi en Rubí) y decido que voy a ir. He ido. He comprado. Y he disfrutado de lo lindo con las compras. He comprado:
-El macro juego de la plastelina (heladería y pizzeria), 12 botes de plastelina, dos hamsters (tipo furby), unos cuentos de princesas, dragones y castillos (o algo así) para Júlia que están dentro de una lata que le das cuerda y hace música. Un cuento para Berta de fotos de animales (muy chulo), dos colonias de las princesas que llevan dos clips para el pelo y una corona de princesa, una bajilla completa (plato ondo, llano, cuchara y tenedor y baso de la Kitty para cada una), a Júlia un chandal rosa de princesas (que le hacía falta), a Berta un Móbil de la Casa de Mickey Mouse, el amigo invisible para el que nos ha tocado este año (por si hay alguien por ahí que pueda leer cosas que no debe), el otro amigo invisible que me ha tocado a mi (os aseguro que este año es el mejor regalo de amigo invisible que me van a hacer) (Me ha tocado a mi misma, cogí el último papel que quedaba, jajajaja), unas chuches y no sé que más, ya no me acuerdo. Total un pastón. Llevaba 12 € en descuento que me han hecho y que me he ahorrado. He llegado a casa, los he metido en el trastero. Y cuando voy a aparcar el coche en el parking, está el coche de Jordi. Vuelve a salir a la calle. He encontrado un aparcamiento en la puerta de casa pero no me cabía del todo. Así es que he subido a casa, he cogido las llaves del coche de Jordi, he bajado al parking, he sacado el coche. Me bajo. Me monto en el mío. Lo saco. Me bajo. Aparco el de Jordi. Me monto en el mío y entro de nuevo al parking y lo aparco. Llego a casa. La Berta es el segundo día que tiene fiebre, 38,9. Están con mucha tos y Bertita está bastante fastidiada.
Cuando duermo a Júlia, me pongo a hacerme la cena y cuando voy a cenar, me llama mi prima, en respuesta a la llamada que le hice hacía un rato. Hemos hablado 50 minutos. Y cuando por fin me siento a cenar ya son las 23:20. Tenía un hambre que me moría.
¡Vaya tardecita he tenido! Pero lo mejor, es que mañana podré estar puntual en el concierto de Navidad de Júlia. Y por la tarde tiene el concierto de Navidad en l'Escola Mpal. de Música. A las 17:15 h.
¡Qué estrés por Diós! ¡Qué sólo se acaba el año, no el mundo! 
Menos mal que la semana que viene, tengo 
V A C A C I O N E S.....

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